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San Vicente de la Barquera (Cantabria), el pueblo pesquero donde el marisco es una religión

Si hay un lugar en Cantabria donde el marisco se eleva a la categoría de religión, ese es San Vicente de la Barquera. Este pintoresco pueblo pesquero, enclavado entre el mar Cantábrico y los Picos de Europa, es un destino que enamora por su belleza natural, su rica historia y, sobre todo, por su exquisita gastronomía marinera.

Un pueblo con historia y encanto

San Vicente de la Barquera es uno de los pueblos más antiguos de Cantabria, con una historia que se remonta a la época romana. Su estratégica ubicación junto al mar lo convirtió en un importante puerto pesquero y comercial durante la Edad Media. Hoy en día, su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es un laberinto de calles empedradas, casas tradicionales y monumentos que evocan su glorioso pasado.

Uno de los símbolos del pueblo es el Puente de la Maza, una impresionante construcción medieval de 28 arcos que atraviesa la ría y conecta el casco urbano con el resto de la región. No menos impresionante es el Castillo del Rey, una fortaleza del siglo XIII que domina el paisaje desde lo alto de una colina y ofrece unas vistas panorámicas espectaculares de la costa y las montañas.

El marisco, una religión

Pero si hay algo por lo que San Vicente de la Barquera es conocido en toda España, es por su marisco. Aquí, el marisco no es solo un alimento, es una forma de vida. Los pescadores locales salen cada madrugada a faenar en las frías aguas del Cantábrico, trayendo consigo una variedad de productos del mar que son la base de la gastronomía local.

Entre los platos estrella destacan las sardinadas, los rabas (calamares fritos), el marmita de bonito y, por supuesto, el cocido montañés, aunque este último es más típico del interior. Pero sin duda, el rey indiscutible es el centollo, un crustáceo que se pesca en estas aguas y que se prepara de múltiples formas, aunque la más tradicional es cocido y servido con un poco de sal y limón.

Los restaurantes de San Vicente de la Barquera son famosos por servir marisco fresco a diario. Lugares como El Retiro, Casa José o La Sirena son paradas obligatorias para cualquier amante de la buena mesa. Además, el pueblo celebra cada año la Fiesta del Marisco, un evento que atrae a miles de visitantes y donde se pueden degustar los mejores productos del mar.

Playas y naturaleza

Además de su gastronomía, San Vicente de la Barquera ofrece un entorno natural privilegiado. Sus playas, como la Playa de Merón o la Playa de Oyambre, son ideales para relajarse, practicar surf o simplemente disfrutar del paisaje. El Parque Natural de Oyambre, que rodea al pueblo, es un paraíso para los amantes de la naturaleza, con dunas, marismas y una gran variedad de aves migratorias.

Para los más activos, hay numerosas rutas de senderismo que permiten explorar la zona, como la Ruta de los Miradores, que ofrece vistas espectaculares de la costa, o la Ruta del Camino de Santiago, que pasa por San Vicente de la Barquera y forma parte del Camino del Norte.

Fiestas y tradiciones

El carácter festivo de San Vicente de la Barquera se refleja en sus numerosas celebraciones. Una de las más importantes es la Fiesta de La Folía, declarada de Interés Turístico Nacional, que conmemora la llegada de la Virgen de la Barquera al pueblo. Durante esta festividad, la imagen de la virgen es llevada en una embarcación desde la playa hasta la iglesia, acompañada por una multitud de barcas decoradas y música tradicional.

Otra celebra

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Málaga tiene una cueva con pinturas más antiguas que las de Altamira

Cuando pensamos en arte rupestre en España, es común que la mente nos lleve directamente a las famosas Cuevas de Altamira, en Cantabria. Sin embargo, Málaga alberga un tesoro aún más antiguo y fascinante: la Cueva de la Pileta, cuyas pinturas superan en antigüedad a las de Altamira. Este enclave, situado en el municipio de Benaoján, es una joya del patrimonio prehistórico andaluz y un destino imprescindible para los amantes de la historia y la arqueología.

Descubrimiento de la Cueva de la Pileta

La Cueva de la Pileta fue descubierta en 1905 por José Bullón Lobato, un agricultor local que buscaba guano para abonar sus tierras. Al adentrarse en la cavidad, quedó maravillado por las pinturas que adornaban sus paredes. Pronto, el hallazgo llamó la atención de investigadores como el abate Henri Breuil, uno de los padres de la arqueología prehistórica, quien confirmó su valor científico. Desde entonces, la cueva ha sido objeto de numerosos estudios que han revelado su importancia a nivel mundial.

Pinturas más antiguas que Altamira

Las pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta datan del Paleolítico Superior, con una antigüedad estimada de entre 20.000 y 30.000 años, superando así a las de Altamira, que tienen alrededor de 15.000 años. Estas representaciones, realizadas con pigmentos naturales como óxidos y carbón, incluyen figuras de animales como caballos, ciervos, peces y toros, así como símbolos abstractos cuyo significado sigue siendo un misterio. La técnica y el detalle de estas obras demuestran el alto nivel artístico y simbólico de nuestros antepasados.

Un viaje al interior de la Prehistoria

Visitar la Cueva de la Pileta es como retroceder en el tiempo. La cavidad, de más de 1.500 metros de longitud, se adentra en las entrañas de la tierra, ofreciendo un espectáculo geológico de estalactitas y estalagmitas que se han formado durante milenios. Las pinturas se distribuyen en varias salas, siendo la «Sala de los Peces» y la «Sala del Santuario» las más destacadas. Las visitas son guiadas para preservar este frágil legado, y los expertos explican el contexto histórico y artístico de cada representación.

Importancia arqueológica y cultural

La Cueva de la Pileta no solo es importante por sus pinturas, sino también por los restos arqueológicos encontrados en su interior. Se han hallado herramientas de sílex, huesos tallados y cerámicas que evidencian la presencia humana durante miles de años. Además, la cueva fue declarada Monumento Nacional en 1924 y está incluida en la lista de Bien de Interés Cultural de España. Su conservación es prioritaria, ya que es uno de los pocos yacimientos de arte rupestre del sur de Europa que sigue abierto al público.

¿Cómo visitar la Cueva de la Pileta?

Para aquellos que deseen explorar este fascinante lugar, la cueva se encuentra a unos 20 km de Ronda, en la Sierra de Grazalema. Las visitas deben reservarse con antelación, ya que el acceso está limitado para proteger el entorno. El recorrido dura aproximadamente una hora y requiere calzado adecuado, ya que el suelo puede estar resbaladizo. Además, no está permitido tomar fotografías con flash para evitar dañar las pinturas. Es una experiencia única que combina naturaleza, historia y arte en un mismo lugar.

Málaga: un destino lleno de sorpresas

Aunque Málaga es conocida por sus playas y su clima mediterráneo, la provincia esconde rincones de gran valor histórico y natural. La Cueva de la Pileta es solo un ejemplo de los muchos tesoros que esperan ser descubiertos. Desde los Dólmenes de Antequera hasta el Caminito del Rey, la región ofrece un sinfín de experiencias para los viajeros más curiosos. Sin duda, esta cueva es una prueba más de que el sur de España fue un enclave clave en

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El rincón más bonito de Cantabria no es el que crees, pero enamora a todo el que lo visita

Cuando pensamos en Cantabria, lo primero que nos viene a la mente son sus impresionantes playas, como la de Somo o El Sardinero, o quizás los icónicos Picos de Europa. Sin embargo, hay un rincón escondido que, aunque no es tan famoso, tiene un encanto único que enamora a todo el que lo visita. Este lugar no es otro que el Valle de Cabuérniga, un paraíso natural que parece sacado de un cuento.

El Valle de Cabuérniga se encuentra en el corazón de Cantabria, rodeado de montañas, bosques frondosos y pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo. A diferencia de otros destinos más turísticos, este valle ofrece una experiencia auténtica y tranquila, ideal para aquellos que buscan desconectar y disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.

Uno de los pueblos más emblemáticos del valle es Bárcena Mayor, considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Este pequeño núcleo rural, con sus casas de piedra y tejados de pizarra, es un ejemplo perfecto de la arquitectura tradicional cántabra. Pasear por sus calles empedradas es como viajar al pasado, donde el tiempo parece haberse detenido. Además, Bárcena Mayor es un punto de partida ideal para realizar rutas de senderismo por los alrededores, donde podrás descubrir bosques de hayas y robles centenarios.

Pero el Valle de Cabuérniga no es solo naturaleza. También es un lugar lleno de historia y tradición. En sus pueblos, como Carmona o Terán, podrás encontrar antiguas casonas montañesas que han sido cuidadosamente conservadas. Estas construcciones, con sus balcones de madera y escudos heráldicos, son un testimonio del pasado noble de la región. Además, en estos pueblos se celebran fiestas tradicionales que te permitirán sumergirte en la cultura local.

Si eres un amante de la gastronomía, el Valle de Cabuérniga también tiene mucho que ofrecer. Aquí podrás degustar platos típicos de la cocina cántabra, como el cocido montañés, el queso de nata o los sobaos pasiegos. Además, muchos de los restaurantes de la zona utilizan productos locales, lo que garantiza una experiencia culinaria auténtica y deliciosa.

Uno de los aspectos que más sorprende a los visitantes del Valle de Cabuérniga es su tranquilidad. A diferencia de otros destinos más concurridos, aquí podrás disfrutar de la naturaleza sin aglomeraciones. Es el lugar perfecto para relajarse, leer un libro junto al río o simplemente disfrutar del silencio. Además, el valle es un paraíso para los amantes de la fotografía, ya que cada rincón ofrece una imagen digna de postal.

Otra de las joyas del valle es el Río Saja, que atraviesa todo el territorio y ofrece paisajes de ensueño. A lo largo de su curso, podrás encontrar zonas de baño, como las pozas naturales de Ucieda, ideales para refrescarse en los días de verano. Además, el río es un lugar perfecto para practicar la pesca, especialmente de truchas, una actividad muy popular entre los locales.

Si te gusta el senderismo, el Valle de Cabuérniga es un destino que no te decepcionará. Aquí encontrarás rutas para todos los niveles, desde paseos tranquilos por el bosque hasta excursiones más exigentes por las montañas. Una de las rutas más populares es la que lleva al Mirador de la Cardosa, desde donde podrás disfrutar de unas vistas panorámicas espectaculares del valle y los Picos de Europa.

Pero no todo es naturaleza en el Valle de Cabuérniga. También hay lugar para la cultura y el arte. En el pueblo de Ruente, por ejemplo, podrás visitar la Fuente de la Fuentona, un manantial natural que, según la leyenda, tiene propiedades mágicas. Además, en el valle se encuentran varias iglesias y ermitas de gran valor histórico, como la Ermita de San Roque en Terán.

En definitiva, el Valle de Cabuérniga es un lugar que no puedes perderte si visitas Cantabria. Aunque no sea tan conocido como otros destinos de la región, su belleza y tranquilidad lo convierten en un rincón único que enamora a todo el que lo visita. Ya sea por su naturaleza, su historia, su gastronomía o su cultura, este valle tiene algo especial que lo hace inolvidable.

Así que, la próxima vez que pienses en Cantabria, no te limites a los destinos más turísticos. Atrévete a explorar el Valle de Cabuérniga y descubre por qué es el rincón más bonito de la región. Te aseguro que no te arrepentirás.

Resumen rápido

El Valle de Cabuérniga es un lugar mágico en el corazón de Cantabria que combina naturaleza, historia y tradición. Aunque no es tan famoso como otros destinos de la región, su belleza y tranquilidad lo convierten en un rincón único que enamora a todo el que lo visita. Desde los pueblos de piedra como Bárcena Mayor hasta las rutas de senderismo por el Río Saja, este valle ofrece una experiencia auténtica e inolvidable. Si buscas un destino diferente en Cantabria, el Valle de Cabuérniga es tu mejor opción.